El corazón de Las Patronas

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FOTOGRAFIA: Mariana Hernández de León

A veces una chispa de humanidad basta para encender una hoguera de misericordia. Cuando a las hermanas Rosa y Bernarda Romero Vázquez le dieron pan dulce y leche a unos migrantes que viajaban en el tren conocido como “La Bestia”, desconocían que aquello cambiaría no sólo sus vidas, sino la de miles y miles de centroamericanos que transitan por la comunidad La Patrona, del municipio Amatlán de los Reyes, Veracruz.

“Los muchachos las vieron a ellas con sus cajas de pan y leche. Lo primero que dijeron fue: ‘Tenemos hambre, regálanos pan’. Y ellas le dieron la bolsa de pan a uno y a otro y las cajas de leche. Les llamó la atención al acento de voz diferente. Y nos empezamos a preguntar de dónde eran y adónde se dirigían. Era el 5 de febrero de 1995, desconocíamos el tema porque no sabíamos qué era la migración, al estar concentradas en el trabajo del campo y en nuestro hogar. Por eso decidimos organizarnos para ayudarlos”, relata Norma Romero Vázquez, coordinadora de Las Patronas, como se conoce a este grupo de mujeres, en honor al pueblito que las vio nacer.

Por su labor en la dignificación y defensa de los derechos humanos de migrantes en tránsito, “Las Patronas” recibirán este 4 de julio la presea Corazón de León que entrega la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), en el Auditorio Salvador Allende del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), a las 17:00 horas.

Romero Vázquez explica que los tiempos han cambiado. Si bien la delincuencia le pegó a los migrantes e incluso se ha reducido su tránsito, su labor humanitaria ha sido siempre respetada, y además los reconocimientos y la solidaridad social las motivan a seguir adelante.

“Empezamos con treinta lonches el primer día. Y no alcanzó. Dijimos: hay que dar más. Y duramos ocho años, con nuestros propios recursos dándole de comer a estos jóvenes. Pero el número de migrantes era mucho más grande y eso nos hizo ir a salir a buscar la fruta del campo, al supermercado, a las panaderías que estaban ahí junto para poder tener más comida y poder compartirles”, explica.

Recordó que unos estudiantes del Tecnológico de Monterrey fueron a hacer trabajo de campo para una tesis sobre la migración. Hicieron un recorrido en “La Bestia” y les llamó la atención la labor humanitaria de “Las Patronas”. Filmaron un documental, el cual fue terminado gracias al apoyo del obispo Raúl Vera. Ese trabajo se tituló De nadie y fue el que dio a conocer nacional e internacionalmente la misión de “Las Patronas”.

Ahora, Romero Vázquez se dice sorprendida de cómo se ha desarrollado el proyecto. Y ellas mismas han crecido como personas. De ser un ama de casa, ahora Norma da charlas en universidades.

Ahora son doce mujeres, todas amas de casa, que también atienden las familias. Una prepara cada día los alimentos y otras van a recoger los víveres que les donan los supermercados o negocios de la región. También dan charlas en universidades y los jóvenes organizan colectas. Y gracias a las redes sociales también las contactan para ofrecer donativos.

Desde el extranjero han recibido apoyo de todo tipo. Actualmente tienen un albergue construido gracias a un recurso enviado desde Francia y cuentan con espacios para voluntarios y una oficina, así como regaderas y baños.

También otorgan atención en cuestión de salud y un espacio de denuncia para migrantes que han visto violentados sus derechos. También funcionan como enlace para familias que solicitan la repatriación de migrantes fallecidos. Además, están en estrecha comunicación con esfuerzos similares, como FM4 Paso Libre y la Casa del Padre Alberto.

“Nos interesa hacer redes, y que si vienen para acá sepan donde hay un espacio para recobrar fuerzas, se sientan protegidos y puedan dormir tranquilamente sin ser molestados. Somos una red de albergues que trabajamos. Se llama Codemire, están el Padre Solalinde, Pedro Pantoja, que está en Saltillo, y Fray Tomás, somos muchos, más de treinta albergues participando y es un trabajo muy bonito”

“Las Patronas” también han sido reconocidas con el Premio Nacional de Derechos Humanos 2013, el Premio Sergio Méndez Arceo 2013 y en 2015 fueron nominadas al Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Pero el “Corazón de León, dice Romero Vázquez, también tiene un significado especial, por una sencilla razón: lo otorgan los estudiantes.

“Para nosotros es muy especial que los muchachos nos reconozcan, que ellos se dediquen a reconocer a las personas que alzan la voz con los demás, nos parece formidable. La cuestión es involucrar a la juventud. Siempre hemos dicho que el cambio viene de Dios y viene de los jóvenes. No viene del gobierno”, concluye.

Nota publicada en la edición 931 Gaceta Universidad de Guadalajara