Por: Julio Ríos (@julio_rios)
Así como se habla de huachicoleros de mezclilla y los huachicoleros de cuello blanco saqueando a Pemex, también hay diablitos y diablotes para exprimir a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Si a alguien todavía le quedaba la menor duda que el sector energético fue el gran botín de la clase político-empresarial durante el neoliberalismo mexicano (neoporfirismo, para efectos prácticos), ya debe quedar muy claro.

Era un secreto a voces que existían enjuagues entre la clase política y los empresarios, que tomaron el sector energético como un botín.

En semanas anteriores Pemex estuvo en la agenda pública por el saqueo del que fue presa durante los anteriores sexenios y que fundamentó el combate contra el huachicol.

Ahora es la Comisión Federal de Electricidad la que está en el ojo del huracán, luego de que el presidente, Andrés Manuel López Obrador ventaneó a los funcionarios-asesores-empresarios (situación que no es ilegal pero creo que sí es inmoral) y los contratos leoninos con ciertas empresas (aunque ese tema tendría que ser analizado aparte, pues no en todos los casos es así).

Digamos que esos son los diablotes.

Pero no sólo eso, también “el pueblo bueno” roba y presume robar, la electricidad de una compañía que se supone que es patrimonio de los mexicanos. Esos son los diablitos. El robo hormiga.

La CFE ha sido víctima del saqueo y por eso está en números rojos. Ha presentado además pérdidas netas de 28 mil 458 millones de pesos durante el segundo trimestre de 2018. Y en cuanto al robo de electricidad, ascienden al 5.71 por ciento, es decir, 25 mil 700 millones de pesos, tan sólo en el primer semestre del 2018.

Esta empresa (que ahora apenas produce el 47 o 48 por ciento de la energía que se necesita en el país por que los privados han llegado pisando fuerte) esta en camino a la quiebra.

También hay que decir que la CFE no es una congregación de monjas. El mexicano sufre por las desproporcionadas tarifas que caen como balde de agua hirviendo a todo aquel que se descuide (hogares o negocios) y que por cierto, no hay poder humano en la tierra que pueda revertir.

“Esa es la lectura y tiene que pagar, no hay de otra”, es el guión que los inflexibles empleados de la Comisión Federal de Electricidad repiten como robots programados ante el desesperado ciudadano, consciente que ni con veinte árboles de navidad y diez calentones pagaría esa cuota.

Ante la cerrazón y los abusos, se entiende que la CFE sea la empresa paraestatal con más quejas ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). En el primer semestre de 2018, fueron mil 756 procedimientos de este tipo,

En todo eso AMLO tiene que poner orden porque la CFE, además de desprestigiada, va directa a la quiebra.

Se tienen que sanear las finanzas, (se calcula en 45 mil millones de pesos la cartera vencida en esta empresa) y terminar con los diablitos y los diablotes (que ya no haya políticos saqueando pero tampoco ciudadanos robándose la luz). Y que las tarifas, por Dios, ya no sean así de abusivas.

Porque eso, el bolsillo, es lo que finalmente le importa a la gente.